Critica sobre Casi Angeles

Hay una critica sobre Casi Angeles en esta pagina: http://hipercritico.com/content/view/2866/36/ Acá se las dejamos:

Cómo acabar con Casi Ángeles Por: Cicco. Nunca me llevé bien con las series de Cris Morena. No es nada personal con ella ni con las rubias mayores que se hacen las niñas y visten como si siempre llevaran escondidos en el bolsillo un chupetín. Por un lado, admiro su capacidad para obtener éxitos instantáneos: Chiquititas, Floricienta, Rebelde Way. Todas saltaron el cerco de la frontera y se convirtieron en fenómenos internacionales. Ningún productor local jamás mereció tanta atención y obtuvo sucesos tan rotundos. Sin embargo, siempre creí que las tiras de Cris inoculaban en los adolescentes una sustancia traslúcida que, tras un análisis químico de rigor, uno podría definir como venenito. Es sensible y altamente influenciable el público al que se dirige Cris: niños de 8 a 16 años que aún no encontraron un modelo a imitar de vida y que, por regla general, aún no han tenido grandes tropiezos. No pueden distinguir entre un problema de esos que, con viento en contra, terminan en carátula de Crónica tv, de una sucesión de tensiones inventadas producto del culto al pedismo, y cierta cantidad de flujo seminal atorado. Cris convierte todo en una coreo. Sus tiras frivolizan el símbolo de la paz y tienen el nivel de audio de Corrientes y Talcahuano en hora pico. Los estudiosos son nerds que merecen ser dejados de lado. Y los rebeldes son el centro de atención, los que valen la pena y se llevan a las chicas más lindas. Alguien podrá decir en su defensa que el arte imita la vida. A mí me gustaría verme con ese alguien para hacer con el tabique de su nariz una pieza artesanal en la feria de Plaza Dorrego. Tres años atrás, inicié una batalla que acabo de perder. Siempre llena a uno de amargura perder en un duelo, en especial, cuando el que gana es un monstruo descerebrado de dos cabezas. Mi intención era vedar la serie Casi Ángeles de la vista de mi hija, por entonces de siete años. Nunca le prohibí nada en la tele. Pero, juzgaba yo, estaba vez tenía tres razones válidas para hacerlo: 1) había una insinuación sexual desde la ropa a la forma de besarse que no me parecía atinada para su edad, 2) los personajes eran movidos por dos fuerzas poderosas que la psicología moderna ha dado en definir como histeria y bipolaridad, y 3) además, por qué tantas explicaciones, hay que recuperar el poder de vedar lo impropio del control remoto con el mismo criterio con que, años antes, uno evitó que su hijo hundiera los dedos en eso que parecía postre helado derretido y uno sabía que era mierda. Tres años antes, yo había seguido en aquel momento varios episodios de Casi Ángeles junto a ella y consideré que claramente aquello no era helado derretido. Confiaba que en con el alejamiento de Emilia Attias de la serie –era Cielo, la protagonista- la tira bajaría de cartel. Qué confundido estaba. Con el tiempo, me encontré solo y rodeado de fans. Meses atrás, viajé en colectivo donde una adolescente le contaba a sus amigas las vicisitudes de Casi Ángeles temporada a temporada –van por la cuarta-: episodios en el futuro, personajes borrados y encerrados por, esto lo sabe uno, razones contractuales con Cris Morena, ensayos de laboratorio, prácticamente todos los protagonistas con amoríos con el resto de los personajes principales del sexo contrario. Agradecí a Dios que mi hija se había perdido todas esas temporadas y aún no las llevaba inoculadas en sangre. Sin embargo, una amiga de ella, llegó un día con el cidí de la serie. Y comentó con lujo de detalles lo bien que la había pasado en el teatro yendo a ver la obra. Después vino otra a dormir a casa y la actualizó sobre los últimos capítulos, y ahondó sobre el experimento neurológico que había separado al grupo de los salvajes del de la resistencia. Esa misma noche mi hija vino a renegociar la veda y a pedir que la llevara al kiosco para comprarse el álbum de la tira con sus ahorros. En un mes cumple 11, así que me limité a decirle: “Ya estás grande para decidir por tu cuenta si seguís una serie porque te lo dicen tus amigas o tenés tu propio criterio y seguís otros programas”. Desde ese día, mi hija entendió cómo resistir a una moda, siguió a su propio corazón y a las 19hs que es el horario de Casi Ángeles, decidió empezar a leer novelas de narrativa juvenil argentina. Cada vez que puede viene y me dice: “Gracias papá por salvarme de las tiras de Cris Morena”. Si esto fuera una película, debería tener un final feliz como ese. Sin embargo, mi hija ya es fan consumada de Casi Ángeles, figuritas incluidas. En la escuela, un chico gusta de ella, pero también de su mejor amiga y se armó un intríngulis lacrimógeno. Mi hija usaba anteojos pero como le decían nerd y cuatro ojos, se los pone poco y nada. Gracias Cris por todo. No sabés cuánto te quiero.

Gracias AT por la noticia.